Esta semana ha aparecido un nuevo compañero, al que ya habíamos mencionado en nuestras conversaciones virtuales y que pertenece al grupo de extremeños internos. Se trata de Emiliano Corrales Martínez, del que recuerdo su coleta y su éxito con las chicas. Además fue compañero de batallas en el equipo de fútbol de la Laboral, con el que como muy bien me ha recordado e incluso me ha hecho llegar recortes de prensa del MARCA, fuimos campeones de los juegos escolares de Asturias lo que nos permitió viajar a la fase final del campeonato nacional que se celebró en la capital de España.
No recuerdo muy bien a qué equipo derrotamos en la final de Asturias, lo que si recuerdo es que la jugamos en Avilés en un campo que pertenecía a ENSIDESA o algo así y que prácticamente sin público fue testigo de cómo le quitábamos el campeonato, sin complejos y con mucho entusiasmo, a un colegio a los que por cierto les sentó fatal la derrota. Aquella oportunidad le sirvió a uno de los crack de nuestro equipo, Bresne, para que fuese visto por los muchos ojeadores que andaban por los partidos de la final, y le diesen una oportunidad en el mismísimo Real Madrid, cuya operación de realizó allí mismo, durante la celebración del campeonato nacional en el día en que visité por primera vez el estadio Santiago Bernabeu.
Aquel equipo, compuesto exclusivamente por alumnos internos de la Laboral, entrenado por Carlos, no recuerdo el apellido, supo con humildad y resignación encajar el duro papel que le tocó representar, pues todas las Comunidades españolas llevaban como representantes a selecciones de jugadores, mientras que nosotros, no teníamos ni camisetas como es debido, un chandal de color azul en el que ponía Centro de Enseñanzas Integradas de Gijón y el bolso de color rojo que ponía Universidad Laboral de Gijón que permanecían en los almacenes que amablemente coordinada un tal Repiso, desde que Girón fundase el Centro. Realmente lo que más recuerdo es los pedazo de días de vacaciones que nos pasamos en Madrid, en el Hotel Osuna, muy cerca del aeropuerto y lo bien que supimos disfrutar de esos días, al saber que teníamos pocas posibilidades al saber la competencia que teníamos. Los baños en la piscina del Hotel eran divertidísimos y las comidas copiosas y abundantes.
El primer o segundo día de nuestra estancia en Madrid participamos junto a todos los atletas y deportistas escolares, de todas las modalidades y deportes, en un desfile en el Estadio de Vallehermoso de Madrid, donde coincidimos con los balocentistas extremeños del Colegio San Antonio de Cáceres, y donde tuvimos ocasión -casi sin ser conscientes de ello- de participar en una inauguración de la final de los juegos escolares nacionales.
Después, muchos de nosotros seguimos como juveniles en el equipo, otros en cambio ya no volvieron más, por dejar de estudiar en el centro, como fue el caso del portero titular Abel, un extremeño de Conquista de la Sierra, con el que después he coincidido en alguna ocasión. En el equipo infantil también teníamos una plantilla bastante aparente, con Roberto a la portería, Juancho, Cortés, Enrique, Varela, el propio Corrales, Palma, Bravo, Breña el de Hinojal (Cáceres) y algunos más que estuvieron enseñándonos mucho como Llamazares, Palma, Tito, etcétera...
Yo mismo, cuando estaba en el equipo de la Laboral tuve ocasión de fichar por el Atlántico, de manos de un señor muy mayor que se decía que fue el descubridor de Castro y de Quini,y cuya oferta rechacé por motivos de estudios y cierta inexperiencia en aprovechar las oportunidades. En cualquier caso, yo jugaba de lateral izquierdo, con el número 3, y como tal ejercí de futbolista por los mejores terrenos de juego de la ciudad de Gijón (Mareo, Colegio Inmaculada, Campos de la Federación y otros barrios, incluido Somió), y así fui aprendiendo a jugar al fútbol y de paso, complementar mi actividad académica con la deportiva, haciendo más llevadero el tiempo de distancia que me separaba de la tierra y de la familia.
Os dejo con 2 recortes enviados por Emiliano de aquellos días en Madrid.
No recuerdo muy bien a qué equipo derrotamos en la final de Asturias, lo que si recuerdo es que la jugamos en Avilés en un campo que pertenecía a ENSIDESA o algo así y que prácticamente sin público fue testigo de cómo le quitábamos el campeonato, sin complejos y con mucho entusiasmo, a un colegio a los que por cierto les sentó fatal la derrota. Aquella oportunidad le sirvió a uno de los crack de nuestro equipo, Bresne, para que fuese visto por los muchos ojeadores que andaban por los partidos de la final, y le diesen una oportunidad en el mismísimo Real Madrid, cuya operación de realizó allí mismo, durante la celebración del campeonato nacional en el día en que visité por primera vez el estadio Santiago Bernabeu.
Aquel equipo, compuesto exclusivamente por alumnos internos de la Laboral, entrenado por Carlos, no recuerdo el apellido, supo con humildad y resignación encajar el duro papel que le tocó representar, pues todas las Comunidades españolas llevaban como representantes a selecciones de jugadores, mientras que nosotros, no teníamos ni camisetas como es debido, un chandal de color azul en el que ponía Centro de Enseñanzas Integradas de Gijón y el bolso de color rojo que ponía Universidad Laboral de Gijón que permanecían en los almacenes que amablemente coordinada un tal Repiso, desde que Girón fundase el Centro. Realmente lo que más recuerdo es los pedazo de días de vacaciones que nos pasamos en Madrid, en el Hotel Osuna, muy cerca del aeropuerto y lo bien que supimos disfrutar de esos días, al saber que teníamos pocas posibilidades al saber la competencia que teníamos. Los baños en la piscina del Hotel eran divertidísimos y las comidas copiosas y abundantes.
El primer o segundo día de nuestra estancia en Madrid participamos junto a todos los atletas y deportistas escolares, de todas las modalidades y deportes, en un desfile en el Estadio de Vallehermoso de Madrid, donde coincidimos con los balocentistas extremeños del Colegio San Antonio de Cáceres, y donde tuvimos ocasión -casi sin ser conscientes de ello- de participar en una inauguración de la final de los juegos escolares nacionales.
Después, muchos de nosotros seguimos como juveniles en el equipo, otros en cambio ya no volvieron más, por dejar de estudiar en el centro, como fue el caso del portero titular Abel, un extremeño de Conquista de la Sierra, con el que después he coincidido en alguna ocasión. En el equipo infantil también teníamos una plantilla bastante aparente, con Roberto a la portería, Juancho, Cortés, Enrique, Varela, el propio Corrales, Palma, Bravo, Breña el de Hinojal (Cáceres) y algunos más que estuvieron enseñándonos mucho como Llamazares, Palma, Tito, etcétera...
Yo mismo, cuando estaba en el equipo de la Laboral tuve ocasión de fichar por el Atlántico, de manos de un señor muy mayor que se decía que fue el descubridor de Castro y de Quini,y cuya oferta rechacé por motivos de estudios y cierta inexperiencia en aprovechar las oportunidades. En cualquier caso, yo jugaba de lateral izquierdo, con el número 3, y como tal ejercí de futbolista por los mejores terrenos de juego de la ciudad de Gijón (Mareo, Colegio Inmaculada, Campos de la Federación y otros barrios, incluido Somió), y así fui aprendiendo a jugar al fútbol y de paso, complementar mi actividad académica con la deportiva, haciendo más llevadero el tiempo de distancia que me separaba de la tierra y de la familia.
Os dejo con 2 recortes enviados por Emiliano de aquellos días en Madrid.