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Invitación para bloguear

10 febrero 2008

Me encanta y además me sirve de aliento y estímulo que viejos compañeros como ha sido el caso esta semana de Francisco Rodríguez, Pacho, realicen comentarios en los post, pero más me agradaría que esto fuese un poco más dinámico en el sentido de que os animo, a todos y a todas las que leéis estos textos para el reencuentro a que también seáis parte activa de ellos, remitiéndome al correo electrónico vuestras experiencias, testimonios, etc. Prometo -porque además ese es el objeto de este espacio- no censurar ni una coma, y publicar íntegramente su contenido. Podéis hablar de aquel o aquella compañera con la que mejor os llevabais, de los profesores y profesoras, de anécdotas, de curiosidades...
Por lo demás estoy pensando ya en la organización de este posible encuentro en la ciudad de Gijón, y por ello, aunque aún somos muy pocos, podemos ir pensando en qué tipo de actividades podemos organizar, aunque parece evidente que la vuelta a nuestra querida UNI es una cita obligada. Por tanto, os animo a que vayáis lanzando vuestras ideas y me las hagáis llegar. Por otra parte, voy a comenzar a enviaros las fichas de datos para ir completando una pequeña base que podamos compartir.
Me gustaría también que entraseis más al blog y pudiéseis llenar esto de comentarios, para que vayamos conformando este espacio como algo dinámico y activo, sobre todo porque la gente de fuera, quienes al margen de nuestro objeto merodean de vez en cuando por este espacio, pueden pensar que esto está muerto, y nada más lejos de la realidad, al menos por mi parte.
Hoy me voy a detener un poco más en unos personajes singulares e imprescindibles en aquella época que nos toco vivir. En estos tiempos que corren en los que parece que la sociedad se aleja de la iglesia, de la jerarquía y de todo lo que tiene que ver con el clero, me viene a la memoria el papel de las hermanas clarisas que siempre nos tenían la comida a punto y que nos cuidaban la ropa de una manera sorprendente, además de mantener nuestros ajuares de cama en perfecto estado de conservación. Además de las clarisas, siempre teníamos a tres o cuatros hermanas, no recuerdo de que orden, que cuidaban y atendían la enfermería con cariño y mucho mimo, con mucha humanidad y mucha entrega.
De las clarisas poco podemos decir pues siempre fueron monjas de clausura y sólo teníamos contacto con ella cuando llevábamos las bandejas y carros de las comidas (a quienes eran los encargados semanales de servir y recoger) o cuando bajamos a recoger los carros de la ropa, en los que estaba inscrito nuestro número, el mío el 437, cuya identificación aún sigue en alguna de las prendas de aquella época que mi madre conserva en casa, en algún viejo armario, y sobre todo cuyas cifras se han grabado en mi memoria para siempre. Hablando de ropa, los primeros cambios de sábana, cuando se era novato, eran todo un alarde de golpetazos y de demostración de poder por parte de los que ya presumían de veteranía que aprovechaban esto para reafirmarse en su posición, y de paso mantener la tradición que desde años se venía practicando en el internado.
Alguna vez, ví a alguna de las monjas clarisas en el edificio redondo que estaba en las traseras de la laboral, justo en la zona donde llegaban las baterías de autobuses con los externos todas las mañanas, y en la zona que pegaba con un cementerio que había cercano a La Uni, en el camino de acceso a Somió, donde además siempre recordaré el centro de inseminación que había allí, donde existían unos ejemplares de vacas frisonas, asturianas, limusinas, etcétera. Este edificio redondo es hoy la sede la Radio Televisión de Asturias y un lugar emblemático de lo que hoy es Laboral, Ciudad de la Cultura, según he leído y he visto en Internet, pues desde que dejase la Laboral en el año 1987 no he vuelto por aquel lugar.
De momento, es lo que tenía que contaros, ya sabéis que espero vuestros textos, para que este espacio sea mucho más nuestro, mucho más lugar de encuentro...

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